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Brillante estudiante con brillante porvenir sumido en un futuro incierto lleno de gente enferma y egoísta. En resumen, un puto sensible.

lunes, 12 de abril de 2010

s1ck's manifesto

Es una putada despertar de una pesadilla y darse cuenta al momento de que te encuentras en otra, más retorcida y siniestra que la anterior, pero con los mismos personajes sacados de una película de terror psicológico.

Es jodido levantar cabeza cuando todo cuanto te rodea intenta aplastarte a puñaladas, cubiertas palabras suaves y voces delicadas, entre gritos de finjido desprecio y asco, trantando de socavar tu criterio o juicio, tus decisiones firmemente realizadas entre dolor y furia desgarrada mientras ellos engullen con egoísmo tu corazón abrigados por caricias manchadas de mentiras que acaban creyéndose.

Es gracioso ver un individualismo maquillado con falsas buenas intenciones, donde lo único que prevalece es una felicidad por lo ajeno si previamente se satisface la nuestra, junto al ego y autoestima. Al final acabamos siendo objetos de alguien que nos usa, mientras usamos a otros para nuestro beneficio, bautizando tanto egoísmo con palabras como "sentimientos", inventando pretextos, engañando incluso a nuestra lógica por unos sentimientos prefabricados de melodías y celuloide previamente consumidos. Es el intento de vivir la gran ensoñación del ideal americano disfrazado de pseudocultura, todo bien cuadrado y filmado o sufrir por ver que el sueño a veces se nos escapa de las manos, mientras describimos una caída de un cuarto piso sin siquiera vivir lo que es precipitarse a un abismo infinitamente profundo y oscuro.

Es por eso mismo y por ser parte de todo eso por lo que me siento tan enfermo a veces. El ser un producto de clase acomodada en un país desarrollado, sin verdaderas preocupaciones en donde lo más cerca que mi vida ha peligrado fue por ser un bastardo malcriado que desobedeció a su madre una mañana de verano. Donde nunca he vivido una guerra y, como dice uno de sus personajes literarios favoritos, la única crisis que ha tenido es la existencial, abrumado por tantas expectativas y por una vida perfectamente encuadrada por su familia, destinado a devolver tanto sacrificio con un buen trabajo, coche, casa y nietos. Es por todo eso y bajo ese contexto donde me he criado. Fui un chico con todos los caprichos concedidos sin excesos, con una buena educación, buena salud y buenas aptitudes para el estudio, las artes y el deporte. Un niño que en una edad temprana, sin ser un superdotado, consumía libros y cómics, tocaba el piano y era el que mejor dibujaba de la clase, de los que más notas sacaba y de los mejores preparados. Tanta perfección y tantas expectativas, pero con un pequeño defecto en estas nuevas generaciones, que radica básicamente en una manera de pensar y sentir que desde siempre ha considerado diferente. Sucedió que eventualmente, adquiriendo cada vez más conciencia en sí mismo y del mundo que le rodeaba podía entender bastantes cosas, excepto la sensación de vacío descubierta por primera vez al despertar en su conciencia el conocimiento de nuestra inevitable finalidad y la futilidad de las formas de vida en aquella extraña tarde en su casa, así como la lógica de sus semejantes, tan impredecible como traicionera, como sus acciones. Y su infinita curiosidad le introdujo a ensimismarse a su manera en el estudio callado de los entresijos de la conducta de las personas, sus patrones, inquietudes y "sentimientos"...

De ahí su grandísima primera decepción, aunque aprendió de los mejores maestros; los que consideraba por aquel entonces sus mejores amigos, a los que pudo querer como hermanos.

Sólo y apaleado, este niño siguió adelante, con una sabia lección bien aprendida. Poco a poco siguió creciendo, consciente de la maldad del hombre y el egoísmo. Pero quiso mantenerse puro, quiso seguir siendo "bueno", como siempre había tratado a todos, con igualdad y respeto. De ahí su segunda gran decepción, enseñada igualmente por otros seres cercanos que amaba, acompañando otra sabia lección bajo estos sucesos acaecidos, que sin embargo tardaría años en comprender debido a su complejidad y la horrorosa verdad que escondía, conduciéndole a un gran error humano a pesar de un sentimiento noble y altruista. Era sin duda una lección dura de aprender que le costó más de lo que en un principio pensaba.

Una vez alcanzada la mayoría de edad, este niño renació a lo que hoy en día soy en una versión más aniñada. Me aventuré en lo que considero mi verdadero nacimiento, fuera de la atmósfera protectora del hogar, donde tomé las riendas de una vida torpemente conducida a manos de malos consejos y manipulada por terceros, pero aliviado por una sensación artificial de libertad enfrentadome al mundo. En este contexto vivido anteriormente, el sentimiento de vacío volvió a invadirme, me entregué a vicios y placeres, derroché mi tiempo y dinero en un intento por llenarme de este mundo, como niñato de clase media-alta puede permitirse. Obviamente, además de adoptar el vicio como forma de vida, el vacío no tardó en regresar y ocupar mis pensamientos, hasta que encontré una posible respuesta y solución al problema. Consideré mi falta de plenitud al hecho de que nunca me había sentido comprendido, a mi extraña forma de pensar y sentir, y fue entonces cuando el vacío desapareció y por primera vez me sentía completo y lleno de fuerzas. El empujón me hizo comprender que estaba viviendo una vida preparada, una vida que no pertenecía a mis inquietudes, y por primera vez también encontré el valor y las fuerzas para tomar las riendas de mi verdadera vida, que desembocó a tomar decisiones verdaderas, decidir y elegir un futuro que considerase mío. Y pensé que lo había conseguido.

De ahí mi segunda gran equivocación, mi tercera gran decepción con algunos matices relacionados con la primera, y de golpe reconocí la segunda lección y aprendí de la tercera, como siempre, de los mejores maestros que pude tener. Algunos sólo aprendemos a base de palos.

De ahí todo lo que he podido aprender del ser humano hasta la fecha, a pesar de intentar esforzarme por dar lo mejor de mí, y aun sabiendo de primeras el egoísmo y maldad innatas en todos, intentando negar lo que hasta la fecha la mayoría de personas que he conocido me han demostrado. Del extremo individualismo y egocentrismo. De la manipulación ajena entre las más dulces palabras a los gritos más desgarradores y ofensivos para conseguir lo que uno quiere en cualquier contexto. De socavar lo mejor de cada uno para ganar altura, exagerando nuestro gozo o nuestro sufrimiento, pero siempre mejor, peor, superior, al prójimo. Del deseo de autosuperación y sufrimiento de aquel que nos hizo daño. Del rencor y de considerar o emitir juicios de valor, mayoritariamente peyorativos, a todo aquel que nos desagrada o consideramos diferente a nuestras (estrechas) miras. La lección ha quedado completamente aprendida, y es que no se puede vivir en este mundo pensando en el bien del prójimo o de incluso de la persona que más ames, puesto que nunca sabrás si se hará lo mismo contigo o se convertirá en el mayor hijo de la gran puta que te joda la existencia. En este mundo sólo importa el YO, como fin y como medio, puesto que el sacrificio de la individualidad y el uso de la empatía, así como el abrirse a otros implica signos de debilidad o el descubrimiento de puntos débiles a terceros pedazos de hijos de puta que no dudarán en joderte de mil maneras diferentes, algunas ni te darás cuenta.

Y saben qué? Es por eso mismo por lo que me siento tan enfermo.
No es por ser un alma sensible que ha llorado por todo esto y ha sufrido más que nadie, o que ha gritado y se ha cagado mil veces en el amor mientras se despojaba de la poca inocencia que le quedaba.
Me siento enfermo porque soy exactamente igual que todos vosotros, porque todos somos iguales.

Por supuesto que a pesar de todo la vida sigue, así que no me llores ni me vengas con mierdas. Eso sí, yo también lloro y grito.
Por supuesto que tu sufrimiento no es ni la milésima parte de lo que he tenido que soportar de tí y de todos, y si no es así me importa un carajo.
Por supuesto que soy mejor que tú, jamás he hecho daño a nadie, y si lo he hecho es que te lo merecías con creces por haberme hecho daño antes.
Por supuesto que soy más bueno, siempre pienso en los otros antes de hacer algo.
Y así seguiré pensando, seguiré buscando algo que me llene, optando por algo mejor que lo que me ofrezcas. Soy perfecto tal y como estoy y ni tú ni nadie me vais a hacer cambiar. Si lo intentas lo más mínimo te puedes ir a la mierda.
Y, por supuesto, haré lo que YO desee. Que os den.

Y pensar que me consideraba un buen chico...

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